Tal vez el aspecto más atractivo del medio natural y quizás también su mayor debilidad, sea su equilibrio.
La huella medioambiental del senderista y la fragilidad del medio
Sea por afición, moda o necesidad, lo cierto es que cada día son más las personas que se aventuran a realizar actividades al aire libre, en plena naturaleza. Senderistas, escaladores, corredores, ciclistas… todos compartimos el mismo «terreno de juego» con el impacto que ello supone.
El medio natural es frágil y esta fragilidad dota a los diferentes ecosistemas de un equilibrio fácilmente alterable. Basta ver la incidencia que la acción humana ha tenido en la naturaleza a lo largo de la historia. Y no hay que pensar sólo en grandes desastres medioambientales ni en zonas altamente amenazadas (polos, selvas tropicales, arrecifes marinos, etc.), cualquier ecosistema busca su equilibrio para prosperar.
Toda acción, por nimia e inofensiva que parezca, conlleva un impacto cuyos efectos serán más o menos visibles en función del punto de mira del observador (el simple volteo de una piedra al borde de un camino puede suponer la destrucción de una pequeña colonia de invertebrados). Por ello se hace imperativo que las personas que buscamos en la naturaleza el disfrute de nuestro tiempo libre, el deporte o la aventura, procuremos no alterar este frágil equilibrio.
Por un senderismo ético y sostenible
Desde el Club Montañero Sierra del Pinar abogamos por la práctica de los deportes de montaña de manera responsable y respetuosa con el medio ambiente. Por este motivo queremos compartir una serie recomendaciones que bien podríamos convertir en obligaciones cada vez que salimos de ruta:
- Infórmate bien de la actividad que vas a realizar y de su recorrido. Muchas rutas de senderismo transcurren por espacios naturales con un nivel de protección y normativa específicos.
- No te salgas del camino. No abandones los senderos señalizados buscando atajos. Abrir senderos alternativos provoca erosión del terreno, afecta a la flora y la fauna del lugar y puede hacer que otras personas se confundan y acaben perdiendo.
- No hagas ruido. No vocees, cantes o silbes alterando la quietud y el silencio propios de la naturaleza. Sin darnos cuenta podemos afectar gravemente el ciclo biológico de muchas especies.
- Evita las aglomeraciones. Mejor caminar en grupos pequeños. Si sales con un grupo numeroso, mejor dividirse en varios grupos pequeños lo suficientemente separados entre sí.
- No voltees piedras y, si lo haces, déjalas exactamente como estaban. Aunque no lo creas, las piedras pueden ser el hogar de infinidad de especies. El espacio entre éstas y el suelo conforman un hábitat con unas condiciones específicas que no debemos alterar.
- Respeta la flora. Flores, hojas, brotes, raíces… Indudablemente aportan belleza al entorno que nos rodea y, precisamente, es ahí donde tienen sentido. Fotografía todo lo que quieras pero no arranques nada.
- No alimentes a los animales. Los animales salvajes tienen medios más que suficientes para procurar su alimento. Alimentarlos artificialmente, además de poderles provocar enfermedades, altera su comportamiento y puede hacer que se expongan más de lo normal a los humanos o incluso que terminen representando un peligro al esperar que sigamos alimentándolos.
- No enciendas fuego. El fuego incontrolado representa uno de los mayores peligros para el medio ambiente hoy en día, sobre todo en nuestras latitudes. No enciendas fuego fuera de las áreas y épocas autorizadas para ello. Mejor, nunca. Mucho cuidado con las colillas: la naturaleza no es el mejor sitio para fumar; si no puedes evitarlo, llévate las colillas a casa.
- No dejes basura atrás. No arrojes nada en la naturaleza, ni siquiera la piel de una manzana. Lo biodegradable puede ser también biodesagradable. La biodegradación de los restos orgánicos no es instantánea y, en muchos casos como la piel de las naranjas o la cáscara de ciertos frutos secos, puede requerir de mucho tiempo. Además, qué sentido tiene dejar una piel de plátano en un ecosistema en el que no existen las plataneras. Si tu cuerpo te pide «ir al baño», procura no dejar atrás el papel, menos aún toallitas higiénicas. No pasa nada por meterlo en una bolsa bien atada y llevarlo en la mochila hasta encontrar un contenedor apropiado para ello.
- Respeta la propiedad privada. Que haya senderos habilitados para transitar por ellos no significa que todos sean públicos. Gran parte de los caminos que recorremos atraviesan propiedades privadas. Si has de pasar una portilla o angarilla, ciérrala a tu paso; seguramente esté ahí para evitar el paso incontrolado del ganado. Si encuentras un paso cerrado que creas que debe estar abierto no lo pases ni saltes el vallado; mejor volver sobre tus pasos e informar a las autoridades.
- Cuidado con el ganado. El ganado suelto no suele representar mayor problema para el senderista, sin embargo hay que tener presente que en ciertas épocas o circunstancias (criando, en celo o enfermos) se pueden dar comportamientos imprevisibles. Lo mejor es no alterarlo a nuestro paso y si lo encontramos en nuestro camino, mejor esperar sentados a que lo dejen libre que intentar ahuyentarlo.
- Lleva tu perro atado. Si el sendero que vamos a realizar permite su presencia, lleva a tu perro atado, sobre todo si tiene muy desarrollado el instinto de caza o rastreo. No permitas que corretee al ganado o que se sumerja o chapotee en masas de agua. Aunque no lo creas, tu perro, al igual que tú, no forma parte del ecosistema por el que estás caminando.
De nosotros y nuestro comportamiento depende la conservación del medio ambiente. La degradación que éste sufre ha ido aumentando en paralelo al desarrollo de nuestras sociedades. Si queremos seguir disfrutando de la naturaleza y tener algo que legar a las generaciones venideras, su conservación es nuestra responsabilidad.
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